50 años haciendo HARCA
Hace unos años (2017) Juli Sanchís Aguado “HARCA” presento en la Casa de la Cultura de Picassent su libro 50 años haciendo HARCA, un compendio de difícil condensación dado su enorme trabajo, de sus ilustraciones profesionales durante 50 años.
Aquí no entramos a “hablar de su libro”, sino de algunos de sus recuerdos vinculados con el Barranco de Picassent y que Juli ha sido tan amable de compartir con nosotros. ¡Gracias Juli!
Experiencias del barranco, por HARCA
Hacer harca
Cuando éramos pequeños, con bastante frecuencia y convocados ignoré por quien, nos reuníamos en una ladera del barranco para hacer harca, entre el puente y la bajada de casa del Xurret, a una hora determinada y bien equipados de piedras, coincidiendo en otro numeroso grupo que teníamos en frente, con el barranco como espacio de seguridad.
La «batalla» pienso que debería realizarse en sábado, debido a que era el día que no había escuela. La cosa empezaba poco a poco, unas pedradas ahora, otros como respuesta, hasta que el ambiente se iba caldeando y se convertía en una granizada de ida y vuelta. Recordemos que llegábamos a utilizar varillas de paraguas como flechas, con el peligro de vaciar a uno un ojo.
La retirada siempre estaba relacionada con la “rotura de la cabeza de alguien” y, hasta la próxima.
Este «juego» es parte del origen de mi seudónimo.
El cañar
Cuando tendría unos 6 años y mi hermana mayor 4. En verano, antes de irse a la escuela por la mañana y, dado que vivíamos relativamente cerca, nos acercábamos al barranco por la bajada de la casa del Xurret a coger libélulas y alguna que otra rana que metíamos en un bote.
Un día, mientras intentábamos coger uno de los que decíamos de balsa, del cañaveral arrimado al puente salió un hombre que nos hacía señales mientras se acercaba. Era una época donde los padres nos hacían miedo, diciendo que tuviésemos en cuenta que estaba el hombre del saco y que cogía a los niños, les cortaba el cuello y vendía la sangre.
Como más mayor, le dije a mi hermana que se fuera corriendo a casa que yo iba enseguida. Las patitas nos tocaban el culo. Se escondió bajo la cama y no queríamos ir a la escuela. Estábamos aterrorizados…. ya no volvimos a por libélulas.
El Clot de la Gramassada
En verano hacía mucho calor y la juventud se refrescaba el Clot de la Gramassada. Esto se hacía saltándose la prohibición de los padres, por lo que se nadaba en porreta y se dejaba la ropa sobre las piedras en un fardo. La broma más frecuente era esconderle a uno la ropa y hacerlo ir a casa desnudo con las manos tapándose sus partes.
Ir a repaso a Casa D. Salvador en agosto no resultaba fácil, así que convencí a un amigo. Dejamos las carteras bajo su cama y nos fuimos al Clot de la Gramassada a nadar, haciendo coincidir la hora de volver a casa en la que aproximadamente volvíamos cuando íbamos a la escuela.
Como la cosa funcionó, repetimos la jugada, hasta que D. Salvador envió a casa de los dos una nota preguntando a qué era debido la no asistencia.
Al compañero le hicieron azul de la paliza y a mí me castigaron en la puerta de casa, arrodillado y con una escoba a los hombros.
Al día siguiente, cuando volvimos a escuela, D. Salvador castigó al compañero por considerarlo el inductor debido a que era más revoltoso que yo, cuando quien había hecho la propuesta era yo.
Juli Sanchís Aguado “HARCA”
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Picassent
El Proyecto
Barrancos de Picassent y sus dos afluentes, está premiado como ‘Proyecte Singular d’Investigació Local’ (Proyecto singular de investigación local) de Picassent (Valencia – España) en su edición XXXV 2018 Cristòfor Aguado y Medina.